Querencia
July 30, 2019 | Uncategorized | No Comments
“La QUERENCIA es el lugar en el ruedo donde el toro naturalmente quiere ir durante una corrida, su lugar preferido. Es un lugar que se desarrolla durante el curso de la pelea en donde el toro crea su hogar. Usualmente no se revela al principio sino que se va desarrollando en su cerebro conforme la corrida avanza. En este lugar, el toro siente que esta contra la pared y en su querencia es inestimablemente más peligroso y casi imposible de terminar con el”
Ernest Hemingway
Escritor Estadounidense.
Te despiertas muy temprano como todos los días. Tienes desde hace tiempo un ritual: levantarte antes de que salga el sol para correr al acantilado que da a la playa de tu isla y ver salir el sol. Conforme el cielo se va iluminando aparecen esas tres islas que, por alguna razón, han llenado tu imaginación desde hace algún tiempo. Tu pueblo las llama la Isla del Fuego, la Isla de la Lluvia y la Isla de la Abundancia.
Tu pueblo… ¿qué puedes decir de ellos? Tiene tiempo que piensas que todo está mal con ellos y no sabes a quien se le ocurrió la idea de ponerte en esta isla.
En tu isla, el trabajo es duro. Al no ser exactamente fértil, cultivar comida requiere esfuerzo… muchas horas de trabajo preparando la tierra y acarreando el agua desde el único manantial de agua dulce que existe. Desde pequeños, los niños aprenden el significado del trabajo duro para poder obtener los alimentos y el techo.
Además, tienen algo que los mayores llaman “Tradición” que no es otra cosa más que una serie de historias y sonidos sin sentido que los ancianos practican una y otra vez con la esperanza que los jóvenes las aprendan y las repitan. Esto se hace durante esas reuniones donde todo el pueblo se reúne en la playa a la luz de las fogatas. Historias, cantos y bailes… ¡que pérdida de tiempo!
Simplemente tú prefieres correr hacia el acantilado al amanecer y, con el telescopio que construiste con ayuda de tu padre, mirar cada mañana a cada una de las islas. Esta es tu tradición.
¿Y si hubieras nacido en la isla del fuego? Con su par de volcanes estas seguro que es un sitio lleno de aventura y de riqueza. Con tu telescopio puedes ver el resplandor dorado en un costado del volcán más alto y te imaginas que debido a todo ese calor, presión y fuerza habrá otras riquezas disponibles: piedras preciosas, plata, oro. ¿Quién no querría riquezas de ese tamaño al alcance de la mano?
¿O por qué no naciste en la Isla de la Lluvia? Con tu telescopio puedes ver que perpetuamente la isla tiene nubes que la bañan de lluvia. ¿Te imaginas? No tendrías que acarrear agua para las parcelas. La lluvia regaría continuamente y nadie tendría que preocuparse por transportar agua. Para saciar tu sed solo tendrías que levantar tu cara al cielo y abrir la boca. ¿Qué puede ser más maravilloso que eso?
Probablemente la Isla de la Abundancia. Con tu telescopio puedes ver la variedad de vegetación, árboles frutales y muchas especies de animales que están libres y al alcance de la mano. ¿Te imaginas lo que sería tener toda esa comida tan fácil de obtener? No más trabajo en cultivar y cosechar, no más tiempo perdido cuidando animales y plantas. No más necesidad de trabajar con otros para producir alimentos.
Hay algo que te dice que quieres ir a esas islas. Desde hace tiempo sientes esta fuerza que te está empujando a explorar y a ver con tus propios ojos estas maravillas. ¡Si solo fuera tan fácil! pero hasta ahora, nadie en tu pueblo ha tenido la habilidad de construir un bote que resista el paso por el terrible mar que separa las islas. No solo el bote tiene que ser excepcional sino que el marinero tiene que tener habilidades extraordinarias para sobrevivir el viaje. Gente de tu pueblo lo ha intentado en el pasado sin éxito. En tu imaginación tú eres ese constructor y ese marinero. Tú eres el primero en conocer las tres islas y regresar para contarlo. ¡Qué maravilloso seria!
Estás, como siempre, perdido en estos pensamientos y no te das cuenta que alguien se acerca. Es una figura extraña, no más alta que tu pero ataviada con una ropa diferente que está completamente húmeda. Tiene algunos ornamentos que, por la forma en que brillan, te parecen están hechos de metales y piedras preciosas. Lleva colgando un par de cantimploras que parecen llenas de agua y viene comiendo un fruto que nunca habías visto.
¡Hola!- te dice el extraño – ¡es muy temprano para que alguien del pueblo este aquí en el acantilado!
Hay algo familiar en esta figura pero no sabes exactamente que es, principalmente porque su rostro está cubierto por una máscara. Alcanzas a ver una cicatriz que imaginas pasa por uno de sus ojos. También observas que su mano derecha tiene lo que parecen marcas de una quemadura profunda y por como camina, te das cuenta que cojea de la pierna izquierda.
¡Hola! – le dices al extraño, ya que por alguna razón que no entiendes bien, te da confianza – todas las mañanas vengo al acantilado a ver salir el sol. Me gusta ver como ilumina las tres islas… ¡cómo me gustaría visitarlas algún día!
Yo lo he hecho – te dice el extraño – durante los pasados 15 años he visitado las tres islas gracias al bote que construí y a las muchas horas de practica para controlarlo. Finalmente puede vencer al océano que hay en medio.
¡No te creo! – Contestas prontamente – nadie ha podido hacerlo en tantos y tantos años.
¿No me crees?, mira estos ornamentos – te contesta el extraño mientras te da una larga cadena con algunos pendientes. – La cadena es de oro proveniente de la ladera del volcán de la Isla del Fuego, los pendientes son piedras preciosas (diamante, esmeralda y rubí) que se encuentran al pie del segundo volcán.
Te quedas un momento absorto viendo el oro y las piedras preciosas de cerca por primera vez… son incluso más bonitos de lo que imaginabas.
Toma un trago de esta agua – te dice nuevamente el extraño alcanzándote una de sus cantimploras – estoy seguro que nunca has tomado agua igual.
Tú la pruebas y te das cuenta que tiene razón. El agua de tu isla no es tan cristalina y siempre tiene un ligero sabor a tierra. Esta agua es lo más puro que has probado.
Esta agua viene de la Isla de la Lluvia. Nunca ha tocado la tierra. Es recolectada directamente de las nubes que permanentemente bañan la isla. No hay nada más puro – afirma el extraño.
Sigues asombrado por el sabor del agua cuando el extraño te da una fruta como la que estaba comiendo.
Esta fruta viene de la Isla de la Abundancia – nunca has probado nada igual. En la Isla de la Abundancia hay millones de árboles que producen las frutas más jugosas y dulces, los animales son libres y son fáciles de cazar. La variedad de comida es inimaginable.
Le das una mordida a la fruta y efectivamente, es lo más jugoso y dulce que has probado en tu vida. ¿Qué tienen que hacer en comparación los frutos de tu isla? Normalmente insípidos y secos, no hay comparación con el que estas probando ahora.
¡Yo quiero ir! – dices casi sin pensar mientras das otra mordida al fruto – Siempre he querido ir. Siempre he soñado con la idea de construir el bote y vencer al océano. Seguramente me quedaría en cualquiera de las islas. ¡Estaría mejor que en esta isla aburrida!
Yo he estado ahí – repite el extraño – En cada una de las tres islas. He conocido sus historias y he habitado junto a su gente.
Primero llegué a la Isla de Fuego. Esta isla está sujeta a fuerzas inimaginables. Tiene dos volcanes activos y el suelo está siempre en constante movimiento. De cuando en cuando, se abren grietas en el suelo por las que sale vapor a temperaturas altísimas. Estas fuerzas crean piedras y metales preciosos, que están al alcance de la mano, pero también obligan a sus habitantes a estar en constante movimiento. Los habitantes, a través de los años, han aprendido a interpretar esos movimientos para predecir donde se producirán los escapes de vapor. Constantemente tienen que cambiar el lugar donde viven en cuanto notan las señales de uno de estos escapes de vapor cerca de sus casas. Yo aprendí de ellos las ciencias de la tierra y de cómo predecir estos escapes de vapor. A cambio, yo les permití utilizar mi telescopio. Es muy viejo pero aun sirve. Hace muchos años mi padre me ayudo a construirlo. Los habitantes tomaban turnos para mirar a su alrededor. Principalmente lo enfocaban hacia esta isla. Nuestra isla. Ellos la llamaron la Isla de la Serenidad. Veían desde allá nuestras aldeas y pueblos. Se maravillaban del hecho que el pueblo parecía no estar preocupado por los cambios en la tierra. Les parecía casi un milagro que pudieran establecerse en un sitio fijo para vivir por muchos años. Muchos dijeron que cambiarían gustosos sus piedras y metales preciosos, por la tranquilidad de tener un hogar fijo. Un día estaba distraído pensando en esto cuando una grieta surgió de repente de la tierra y un chorro de vapor salió alcanzando mi brazo derecho. Los habitantes de la isla me curaron y salvaron mi vida pero en ese momento decidí que debía continuar mi viaje.
Llegue así a la Isla de la lluvia. El cambio en el clima no podría haber sido más grande. La isla está constantemente cubierta de nubes y una lluvia baña todos los campos. Esta agua es suficiente para que sus habitantes nunca tengan sed pero debido a la constante lluvia, la isla es como un pantano y las rocas, que son el único punto de apoyo sólido para caminar, son extremadamente lisas y resbalosas debido a la erosión producida por la lluvia. Desde pequeños, los habitantes de la isla aprenden a moverse por esas piedras resbaladizas con la mayor seguridad. Yo aprendí de ellos la técnica de caminar con cuidado y seguridad por estas piedras. A cambio les dejé utilizar mi telescopio e inmediatamente lo apuntaron hacia nuestra isla. Inmediatamente les admiró la tierra seca, la libertar de caminar, de correr y de jugar sin tener que prestar atención al terreno que pisan. La posibilidad de encender fogatas y reunirse alrededor de ellas les parecía increíble. La llamaron la Isla Templada. Un día, iba caminando pensando en esto y no puse atención. Me resbale y caí en las rocas lastimándome la pierna izquierda. Los habitantes de la isla me ayudaron y curaron. Mis huesos rotos sanaron pero me dejaron una cojera permanente. En ese momento decidí continuar mi viaje.
Así llegue a la Isla de la Abundancia. En seguida me di cuenta de la cantidad de árboles, de frutos y de animales que había. Busque a los habitantes pero me costó trabajo dar con alguno de ellos. Cuando finalmente encontré a alguien, él me conto que, con la variedad y abundancia de alimentos, en realidad no necesitaban mucho los unos de los otros. Eran pocas las veces que se reunían con otras personas y prácticamente cada quien vivía por su cuenta. No había realmente ninguna actividad que les implicara trabajar en equipo. Varios de los habitantes me enseñaron a encontrar los mejores frutos y a evitar a los animales salvajes. También les deje usar mi telescopio. Las personas que vieron hacia nuestra isla se sorprendieron de las reuniones del pueblo alrededor de las fogatas en la playa. No podían oír, pero se imaginaban la música, los cantos y las historias que hacían que todos los individuos disfrutaran como uno solo de estas actividades. La llamaron la Isla de la Felicidad. Meditando sobre esto un día, no me fije que había entrado al territorio de los felinos salvajes. Uno de ellos me atacó y me dio un zarpazo en la cara. Uno de los habitantes me ayudó y me curó, pero perdí el ojo y me quedó una cicatriz en la cara. Aparentemente es algo común porque también tenía algunas mascaras de las cuales me regalo la que traigo puesta. En este momento decidí que era tiempo de terminar mi viaje y regresar a nuestra isla. Justo acabo de llegar.
Tú estás admirado de esas aventuras. Estas pensando en la experiencia que este extraño adquirió y en el precio que tuvo que pagar.
¡De todas formas quiero hacer ese viaje! Quiero aprender las ciencias de la tierra, caminar por las piedras resbaladizas y la selva llena de árboles de frutos desconocidos. ¡No me importan los peligros, quiero construir mi bote, aprenderlo a navegar y hacerme hacia la aventura!
No te preocupes – te dice el extraño tranquilamente – lo vas a hacer.
¿Cómo puedes estar tan seguro? – preguntas incrédulo ya que al parecer, es una empresa muy difícil incluso para un viajero experimentado como lo es, en tus ojos, este extraño.
¡Por esto! – Te dice el extraño mientras saca un objeto envuelto en una tela y te lo entrega. Tú lo recibes y lo desenvuelves. Es un telescopio… un momento, es TU telescopio. Es más viejo ya que se ve más gastado, pero es definitivamente el telescopio que tu padre te ayudo a construir. Pero no puede ser, tu telescopio lo tienes guardado en tu bolsa… que ahora esta vacía…
¿Cómo es posible? – le preguntas al extraño. Lo volteas a ver mientras sostienes tu telescopio en tus manos. El extraño se ha quitado la máscara y finalmente puedes ver su rostro… ¡es tu rostro! más viejo, con las marcas de un viaje largo e increíble y las señales de sabiduría adquirida en la mirada.
¿Pero cómo….?
¡BAJA A DESAYUNAR!
El grito de tu mamá te despierta. Son las 9 de la mañana según el despertador que está en tu buró. Te levantas tratando de recordar lo que estabas soñando, pero las imágenes se han ido. Sabes que era algo peculiar pero no sabes que era. Posiblemente tiene que ver con el problema con el que te acostaste ayer: tus padres te han ofrecido mandarte a un campamento en otro país durante el verano. Al principio has dudado porque, ¿qué tendrías que hacer en otro país? ¿Por qué no te podrías quedar durante el verano jugando con tus amigos de siempre y con tu familia y sus actividades de costumbre?
Pero por alguna razón, esta mañana te has levantado con un nuevo ánimo: con un espíritu de aventura y ganas de conocer lugares nuevos. Por alguna razón crees que este viaje te puede, además de divertirte, darte una nueva perspectiva sobre tu vida y las cosas que tienes actualmente… Además, ¿qué te puede costar?
¡Un ojo, un brazo y una pierna! – piensas sin saber de dónde vino eso. Te ríes de tu propio chiste sin saber a ciencia cierta porque es gracioso, y bajas a comunicarle a tu familia acerca de la decisión que acabas de tomar.
“No dejaremos de explorar y, al final de todas nuestras exploraciones, llegaremos al lugar desde el que partimos y lo conoceremos como si lo viéramos por primera vez”
T.S. Eliot, Poeta Estadounidense